Historias del lugar
Un año para Todos los Santos y antes de la Guerra, bajaba el cura de Radiquero desde San Pelegrín, ya que había tenido que subir a rezar el Rosario. Como tenía que pasar por delante del cementerio, unos cuantos críos del pueblo fueron a gastarle una broma. Colocaron muchas calabazas con una vela encendida a lo largo de toda la pared del cementerio. También se escondieron para hacer ruidos en el momento de llegada del párroco. Pero los resultados no fueron los esperados. El cura llegó con mucha tranquilidad. Sin prisas, entró en el cementerio, cogió dos calabazas y continuó el camino hasta la abadía. Al día siguiente el cura les preguntaba a los críos y con tono irónico, si habían perdido dos calabazas. El cura se llamaba Vicente Opí, quien estuvo más tarde de párroco en Nocito».
Informante: Angeles Bentué Lascorz
«A los crío, cuando iban a la cama esa noche de Todos los Santos, les decían que en cada rincón de la alcoba había una almeta que los vigilaba. Los niños pasaban mucho miedo y se tapaban con las sábanas hasta la nariz.»
Informante: Angeles Bentué Lascorz
«Creían que en Casa Carruesco de Radiquero había duendes. Se decía que en el piso alto de la casa se oían unos ruidos tremendos todas las noches. Pensaban que eran las almas de los difuntos. Se hicieron unas misas por esas almas y los ruidos desaparecieron»
Historia recogida por María José Madonar Pardinilla
«Cuentan que hace muchos años había una mujer que presumía de ser muy valiente. Una noche de Todos los Santos dijo a los hombres que se atrevía a subir al cementerio para clavar un clavo en la puerta. Y así lo hizo. Cogió un martillo y el clavo y se dirigió al Campo Santo. Era una noche oscura como la boca de un lobo. Subía despacio, alumbrando el camino de piedras con un candil. No dejaba de mirar hacia atrás. Los escalofríos le recorrían todo el cuerpo. Al fin llegó al cementerio y clavó la punta, pero con tan mala suerte, que sin querer agarro un extremo de sus largas sallas. Cuando se disponía a bajar al pueblo notó que no podía avanzar. Como pensó que los difuntos la estaban agarrado, allí mismo se desmayó y la encontraron al día siguiente tumbada en el suelo y muerta de miedo.»
Informante: Joaquín Pardinilla Nasarre
«Otro suceso ocurrió en Casa Campo. Durante varios años seguidos, mientras se celebraba la Misa del Gallo, moría en esa casa nada más y nada menos que una mula. Culpaban a una vieja del pueblo, pues pensaban que era bruja y creían que les había dado el mal de ojo por manía. En una Noche Buena el mulatero de la casa decidió quedarse en la cuadra, armado con palos y horcas. Vio un gato negro sobre el lomo de una de las mulas. Entonces el hombre salió rápidamente y le pegó un garrotazo. Al día siguiente se enteraron de que la vieja sospechosa de ser bruja estaba en la cama porque se había roto una pierna.»
Informante: Joaquín Pardinilla Nasarre
Hay otra historia que narra la aparición, o mejor dicho «resurrección» de una muerta. La habían enterrado y el día de los Difuntos apareció vestida de blanco en una casa, con gran sorpresa para todos.»
Historia recogida por María José Madonar Pardinilla